En diciembre de 2005 la vida cambió por completo para José López Rivas, un profesor de 45 años de Málaga: sin previo aviso, sin ninguna sintomatología anterior salvo un leve picor, le diagnosticaron tres tumores en el hígado. El 13 de enero le extirpaban medio órgano y para primeros de septiembre entraba de nuevo en quirófano para recibir un trasplante.
“¿Podré conducir?”, fue una de las primeras preguntas que les hizo al grupo de personas trasplantadas que visitan a los recién operados para contarles cómo será su vida a partir de la intervención. Ahora es el propio López Rivas quien realiza esas visitas y confirma que la preocupación por conducir es un denominador común entre quienes acaban de ser trasplantados.
Se puede conducir y mucho más, como ha demostrado este malagueño, campeón de España de Ciclismo y de Tenis de Mesa y que, ya con 54 años, cuenta en su haber con tres participaciones en los Juegos Mundiales de Trasplantados con un 5º puesto en Suecia, un 6º en Sudáfrica y un 4º en Croacia.
A finales del próximo mes de agosto, López Rivas acudirá a su cuarta cita mundial en Mar de Plata (Argentina) y, lo más importante, la siguiente edición tendrá lugar en Málaga en 2017. Este profesor ya jubilado es presidente del Club Deportivo Trasplante Andaluz y desde allí se le ocurrió la descabellada idea de plantear Málaga como sede de los próximos Juegos Mundiales.
“Hace dos años ya organizamos la carrera Transplant Run y parecía una locura, pero entonces propusimos Málaga para la cita de 2017 y sonó la flauta, aunque eran pocos los que tenían fe en ello”. López Rivas sí la tenía y es que detrás de la iniciativa deportiva se esconde el espíritu activista que destila desde que fuera trasplantado.
“Antes de que me sucediera a mí, yo no tenía ni idea de trasplantes ni de qué se podía o no hacer”, cuenta, vestido con una camiseta que reza “Hazte donante de órganos”. Ahora, prácticamente, dedica su vida a ello pues, incluso la cita de Málaga 2017 tiene un objetivo más allá del deportivo: la concienciación.
“Está demostrado que las ciudades en las que se celebran estos juegos”, explica López Rivas, “la tasa de donaciones crece entre un 8 y un 22%”, algo que en el caso español no haría más que reforzar la posición de liderazgo que ostenta en este ámbito desde hace la friolera de 26 años.
Y es que mientras que en España la tasa de donaciones se mueve en la horquilla de los 40-45 donantes por millón de habitantes, en otros países de Europa como Alemania apenas alcanzan los 10 donantes por millón de habitantes, indica el malagueño.
Deporte por prescripción
La relación con el deporte de López Rivas es previa a su operación: “Ya antes del trasplante yo era muy deportista, me gustaba mucho el ciclismo, estuve federado en fútbol hasta los 34 años y había hecho el Camino de Santiago en seis días…”. Sin embargo, desde hace años ha emprendido una cruzada reivindicando elprotagonismo del deporte entre los trasplantados.
“No es necesario que te dediques a la competición, pero el deporte activo es fundamental para la nueva vida del trasplantado pues, entre otros beneficios, ayuda a paliar los efectos secundarios de los inmunodepresores que tenemos que tomar”, aclara. En ese sentido, López Rivas advierte del “papel clave que juegan los médicos que, afortunadamente, han cambiado en los últimos años, porque recuerdo que cuando a mí me operaron me recomendaron caminar por el paseo marítimo, pero aquello no era suficiente para mí”.
Este profesor jubilado derriba falsos mitos sobre las limitaciones que históricamente se ha pensado que tenían los trasplantados y, para ilustrarlo, cuenta cómo “nuestro mejor ciclista es Antonio Ontoso, de Aranda de Duero, y está trasplantado de corazón”. No es el único ejemplo en el extenso anecdotario de López Rivas:
“Jon Larrañaga padecía un enfisema pulmonar [con una movilidad del 2%]”, relata el malagueño. “Como era de Eibar (Vizcaya), le recomendaron vivir en un clima más cálido y marchó a Murcia, donde acudía al Balneario Leana de Fortuna. Desde allí, viajaba cada cierto tiempo al Hospital de la Fe de Valencia en espera del trasplante y cuando iba en la ambulancia pensaba “algún día podré hacerme este recorrido en bici”.
Larrañaga fue trasplantado de pulmón en 2008 y tres años después, en compañía de López Rivas, entre otros trasplantados, recorrieron en bicicleta los 230 kilómetros de aquel recorrido. “Salimos entorno a las 8 del hospital de La Fe en Valencia y llegamos cerca de las 20:00 a la Catedral de Murcia”, relata López Rivas que recuerda todavía emocionado “el increíble recibimiento que nos hicieron cuando pasamos por el balneario de Fortuna”.
Agradecimiento infinito
A la faceta deportiva de López Rivas se suman sus charlas en los hospitales a los recién trasplantados, sus mesas informativas para captar nuevos donantes o su papel activo en asociaciones como Deporte y Trasplante España, FNETH (Federación Nacional de Enfermos y Trasplantados Hepáticos) o en ATHEMA (Asociación de Trasplantados Hepáticos de Málaga). Un papel que se materializa en esfuerzos como el mantenimiento de un piso de acogida en Málaga para aquellos familiares de trasplantados de Málaga, Almería, Ceuta o Melilla que no tienen dónde quedarse mientras su familiar está ingresado en la UCI del hospital Carlos Haya.
“Tengo un agradecimiento infinito”, confiesa emocionado, “y mi vida ha cambiado tanto que ya no me imagino sin ser trasplantado”. López Rivas ha cambiado radicalmente sus prioridades vitales desde aquel mes de septiembre de 2006 cuando estrenó hígado nuevo, indicando que “no hacerlo sería mezquino por mi parte, por eso con esta oportunidad de seguir viviendo que me han dado intento ser mejor persona”.
Fuente: http://blogs.publico.es/kaostica/2015/07/28/hay-vida-despues-del-trasplante/#